La ciudad de Arcos es, sin duda, un mirador privilegiado, claro representante de los pueblos blancos de la sierra gaditana.
Se dice Arcos de la Frontera es la puerta de la ruta de los pueblos blancos de la Sierra de Cádiz.
En efecto Arcos de la Frontera se encuentra entre la campiña jerezana, las estribaciones de la Sierra de Grazalema y el norte del Parque de los Alcornocales. Arcos con sus calles blancas es la puerta de la Sierra verde de Grazalema.
Las pintorescas calles de Arcos de la Frontera nos transportan a un tiempo lejano: Las calles estrechas y empinadas se convierten en un escenario de lujo para la Semana Santa árcense, declarada de Interés Turístico Nacional. Estas fechas son idóneas para degustar los famosos bollos de Semana Santa así como saborear otros muchos platos como la alboronía o el ajo molinero.
Arcos se presenta como la puerta de acceso a la Sierra y la ruta de los Pueblos Blancos. Sus calles y monumentos se hacen eco de la rica herencia cultural que han dejado pueblos como el romano o el andalusí, lo que le ha valido para que su Casco Antiguo sea declarado Conjunto Monumental Histórico Artístico. Entre sus monumentos destacan la Basílica de Santa María, las Iglesias de San Pedro y San Agustín, el Castillo, la Casa-Palacio del Mayorazgo, el Jardín Andalusí y los restos de muralla árabe.
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